El pato criollo se ha clasificado en dos subespecies, la salvaje y la doméstica.
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Mientras que la salvaje es prácticamente negro, la doméstica tiene un plumaje más variado.
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Es conocido con muchos nombre: pato bragado, pato negro, pato mudo, pato real, pato carraco, pato de Berbería, pato almizclado, pato perulero y alguno más.
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Son originarios de zonas arboladas próximas al agua, extendiéndose desde México hasta el centro de Argentina, donde ocupan zonas tropicales y subtropicales, aunque la subespecie doméstica podemos verla prácticamente por todo el mundo.
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La doméstica es criada por toda Sudamérica y ha adquirido gran importancia en algunos países asiáticos y especialmente en Francia, donde tras mejoras genéticas e hibridaciones con el pato doméstico europeo y el pato pekín, se aprovecha para la obtención de carne y la fabricación de paté.
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Los machos pueden superar los 80 cm de largo y 6 kilos de peso.
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Son aves omnívoras que comen plantas e invertebrados acuáticos, así como ranas, cangrejos, moluscos.
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De forma salvaje se reproduce en la temporada de lluvias, momento en que encuentran alimento con más facilidad.
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En esta fotografía vemos como levanta la cabeza, un movimiento de su sencilla parada nupcial.
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Pueden anidar en el suelo, pero prefieren huecos de árboles, de forma que cuando las crías salen del huevo, con uno o dos días de vida son llamados por la madre desde el suelo, lo que hace que los patitos se lancen al aire y caigan desde alturas que llegan a los 8 m.
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Las nidadas son abundantes, constan de unos 10 a 15 huevos que son incubados por la hembra, quien más tarde se encarga sola del cuidado de las crías.
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Quizá la parte más característica de esta especie sean sus carúnculas rojas.
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Hasta siempre, saludos.
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