«Eran los últimos meses del año, de nuevo había llegado el otoño y el embalse de la Serena seguía mostrando sus tesoros naturales, por lo que no pude resistirme a abrir una ventana para que os asoméis a ella.»
Cuando llegué, algunas encinas parecían charlar sobre la capa de rocío que la noche les había regalado.