La entrevista no era de las más convencionales, se trataba de conocer las impresiones de unos asnos sobre los aconteceres de la vida. Me puse mi mejor traje y me dirigí hacia el lugar donde habíamos quedado. No era un estudio, no era una vivienda, ni tan siquiera una cafetería, el lugar de la cita era una pequeña parcela con chumberas y abundante hierba que ya amarilleaba, dado que el verano estaba en pleno apogeo.
Al llegar encontré un joven asno que estaba en compañía de su madre y que me miró con cara de asombro, al verme con aquellas ropas que desentonaban totalmente en aquel paraje.