Me encontraba asomado al mirador de la iglesia del pueblo. Permanecía exhorto en el horizonte. Poco a poco las formas iban desapareciendo mientras dejaban en su lugar simples siluetas fantasmales que apenas se diferenciaban entre ellas.
Instantes antes de que el Sol lamiese con sus ardientes labios la oscura piel de su amante favorita La Tierra …