Como decía en el reportaje anterior que podéis ver «pinchando» aquí, la tarde siguió.
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Poco a poco fue entrando una niebla del mar, conocida como taró, que se forma al contraste del agua fría con el viento seco.
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Cuando me di cuenta todo fue invadido por el taró.
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Al principio no parecía muy decidido a entrar…
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… y de vez en cuando se despejaba dejando ver las figuras más claras.
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Pero no tardaba en volver, haciendo que las aves perdieran parte de su forma.
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Como la de este ánade rabudo.
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La cigüeñuela
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El avefría.
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El morito común.
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O estos tarros blancos que apenas se distinguían.
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Al final, con el sol muy bajo, entró una luz diferente entre el espeso taró.
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Las fotos que hice de vuelta, os las muestro en el siguiente reportaje que subiré muy pronto. Salud !!
Dormidero de aves, D. del Guadalhorce
La biodiversidad de la desembocadura
Criaturas de la D. del Gadalhorce
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