A finales del verano, cuando hice estas fotografías, todavía no había comenzado la berrea del ciervo.
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La mayoría de ejemplares que vi eran hembras con sus cervatillos.
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Algunas estaban solas.
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Y otras formaban manadas, como ésta a la que se había unido una hembra de gamo.
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La hembra de gamo estaba tan integrada, que miraba la reacción de la que seguramente, era la hembra más vieja y por lo tanto, líder del grupo.
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Los machos aún no habían formado sus arenes.
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Aunque ya se veían algunos entre las hembras.
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Todos, machos, hembras y cervatillos, en manada o en solitario, estaban al resguardo de la dehesa.
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A la sombra de sus encinas.
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Salud y hasta otra.
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