El mes había gastado la mitad de sus días cuando paramos el coche en unos de los salientes de la carretera de costa que une Torre del Mar con Benajarafe en la Costa del Sol malagueña.
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Era justo el momento en que la noche comenzaba a escribir una página más de su ancestral libro.
Lo que nos permitió admirar como el azul del cielo se transmutaba en oro…
…en plata y …
…bronce, siguiendo los caprichos de la luz.
Mientras tanto los bañistas cerraban sus sombrillas y recogían las toallas.
Dispuestos a regresar a sus casas sin poder evitar mirar, aunque solo fuera de reojo, la puesta de sol.
Las gaviotas en cuanto fueron conscientes de que la noche diluía los colores para comenzar a escribir en blanco y negro, dejaron de mecerse entre el suave ondular de las aguas y levantaron el vuelo para dirigirse a sus dormideros.
Era ya tan tarde que la última se fue de puntillas para no hacer ruido.
Sutileza que otros no tuvieron en cuenta.
De una forma u otra, la noche continuó garabateando uno más de los renglones de su vieja historia.
Os deseo lo mejor. Hasta pronto.
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