Me levanté temprano, algo esencial para fotografiar un amanecer.
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Iba en dirección a Benalmádena Costa pero decidí parar en Guadalmar.
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Ya que a pesar de haber madrugado, no calculé bien la salida del sol y por el camino veía que ya estaba demasiado alto.
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Por suerte la mañana estaba tormentosa y en el horizonte se dibujaban bastantes nubes que prolongaron las pinceladas doradas.
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Añadiendo el agitado oleaje, bueno, agitado teniendo en cuanta que nos encontramos en el Mediterraneo, en la Costa del Sol.
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Todo se combinó dando como resultado unos bonitos juegos de claro-oscuros en el cielo y unas espumosas salpicadura en el mar.
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Permitiéndome obtener estas imágenes que deseo que disfrutéis como lo hice yo.
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Mi meta era Benalmádena pero disfruté más en el camino, lo que me recuerda algo que dijo el poeta griego Kavafis en su poema Ítaca, fue algo así: «Lo importante de los viajes no es la meta sino el camino«.
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Saludos y hasta otra.
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