Comenzaba a atardecer y un grupo de garcillas bueyeras eligieron como dormidero las ramas secas de un arbusto.
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Hasta ahora nada fuera de lo normal pero este arbusto está en terrenos donde nidifican varias parejas de cigüeñuelas.
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Al principio, de forma individual, varios ejemplares intentaron echar a las garcillas emitiendo el característico grito de alarma y dando varias pasadas sobre ellas.
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Como no dio resultado, el grito de alarma debió de variar en algo porque acudieron varias parejas y atacaron en grupo.
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Las cigüeñuelas no permiten a otros ejemplares de su misma especie entrar en su territorio de cría pero todas se unen cuando la especie invasora es más grande y peligrosa.
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El resultado suele ser la expulsión del «invasor o invasores», como ocurrió con las garcillas bueyeras que una a una fueron abandonando las ramas del arbusto.
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Unas semanas más tarde se repitió una historia muy parecida, llegó una garcilla solitaria al mismo lugar y de nuevo comenzó el acoso de las cigüeñuelas.
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Esta vez era una sola la «invasora» y además creo que un ejemplar joven, por lo que los ataques fueron más directos.
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Tanto que obligaron a la garcilla a caer al agua.
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Teniendo que escapar a nado sin que por ello, el acoso de las cigüñuelas cesara. (Algunas fotos las hice a mucha distancia pero fue todo una experiencia.)
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Saludos!!
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