La floración de las plantas es una fase generalmente corta que sirve de «pistoletazo de salida» para que se realicen una serie de importantes prodigios.
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Prodigios tan habituales que aceptamos como usuales y ordinarios.
Vamos a profundizar un poco y descubriremos que en realidad son auténticos milagros de la naturaleza.
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En esta odisea de fenómenos, la flor con su gran multitud de formas y colores marca el inicio.
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Tras ser fecundada por medio de la polinización, se crea la semilla, germen del que nacerán nuevas vidas, nuevas plantas.
Generalmente las semillas se cubren con el fruto, un prodigio más que facilita su propagación.
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La naturaleza, diversa y a la vez organizada por estrictas leyes, ha compartido algunas semejanzas entre vegetales y animales en lo que se refiere a la reproducción.
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Una de estas leyes dicta que tanto plantas como animales produzcan nuevas vidas cuando alcanzan la madurez y mantienen un estado físico mínimo.
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Mientras estas condiciones no se cumplan el milagro de la vida no se llevará a cabo.
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Estas leyes naturales nos ofrecen una semejanza más entre plantas y animales, se trata de la sincronización a la hora de reproducirse, y es que al igual que muchos animales sincronizan los embarazos y los partos, igualmente ocurre en la floración con el fin de conseguir un mayor éxito.
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Para terminar sepamos que la floración depende, entre otros, de tres importantes factores: de la influencia de la luz, de la especie a la que pertenece la planta y de la combinación genética conocida como fenómeno ABC del que depende la formación de los diferentes elementos que componen la flor (cáliz, pétalos, estambres, etc.)
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Deseando que estos últimos apuntes no hayan resultado muy aburridos, me despido con una protagonista más del reportaje, la flor del tomillo.
¡Hasta pronto!
Ya sabes que puedes dejar tus impresiones en COMENTARIOS, me gustará leerlas.
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Muy buen reportaje fotográfico. Poco texto; el justo y necesario. Un saludo.
Comentarios por José Aragón Bracho — 10 agosto, 2020 @ 23:55