Con el cuello de la sudadera levantado, el chubasquero plegado y sujeto a la cintura, la mirada en las nubes y la cámara de fotos al hombro, respiré fuerte y llené mis pulmones de ese aire fresco, húmedo y rebosante de las fragancias que regala el invierno.
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Tras realizar este pequeño ritual comencé mi paseo aprovechando que el sol se asomaba entre las nubes.
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Busqué las flores del espino blanco, pero ya no estaban.
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Si estaba el agua pero estaba quieta, como dormida.
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Su superficie, como un espejo, me devolvió la imagen de los algarrobos…
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… la de los eucaliptos …
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… y la de otros árboles que me miraban inmóviles como estatuas recién esculpidas.
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Quedé hipnotizado por los reflejos que el río me ofrecía.
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Quedé enganchado, como un adicto incondicional, a todo aquel mundo de reflejos.
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Un mundo inmóvil y al mismo tiempo rebosante de vida.
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El mundo del río Guadalmez, uno de los ríos de los que ya os he hablado en diversas ocasiones, uno de esos ríos que embellecen la comarca Monte Sur.
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Salud y hasta pronto!!
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Primeras lluvias en la Presa de Mendoza.
Pantano de la Sierra, Guadalmez.
Paseando por la comarca Monte Sur, parte I y Parte II.
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Hola Antonio, buena serie de reflejos. Me ha gustado mucho la tercera por el final
Un abrazo
Comentario por pepemiralles — 27 febrero, 2016 @ 17:16
Encantadores reflejos Antonio, gracias hacernos viajar por estos bellos parajes!
Comentario por Jacintº — 8 marzo, 2016 @ 17:35